Y pasó el año 2010 y ya son precisamente 10 los años en los que el hasta ahora Proyecto de Ley del Deporte o Ley de Actividad Física y Deporte permanece sin aprobación. Bueno, opto por dos nombres porque sucede que el Proyecto de Ley ya ha perdido hasta la identidad con tantos nombres que le han dado a través de tantos años y tantos vaivenes. A veces me pregunto: ¿por qué es que algunos de los líderes del Gobierno creen que somos estúpidos?, ¿cuánta importancia tiene el sector deporte en el mundo de los gobernantes? Para algunos sí importa, para otros no. A juzgar por la tradicional conducta de nuestros legisladores ni la actividad física ni el deporte son lo suficientemente importantes como para promulgar una nueva ley en un sector tan estratégico para un gobierno como lo es el deporte. Si esto no es así pregúntenle al ya ex presidente Lula Da Silva en atención exclusiva a su satisfacción personal y política por haber logrado la sede del Mundial de Fútbol de 2014 y la sede de los Juegos Olímpicos de 2016 en Río. De no ser así, pueden también preguntarle a Barack Obama por su decepción después de haber perdido la sede de los Juegos Olímpicos de 2016.
Y cuando hablamos de la importancia de la actividad física y el deporte no estamos hablando tan solo de la organización de eventos deportivos de gran magnitud como estos o como la Copa América de Fútbol -con la consabida y ya aplaudida construcción de estadios y restauración de otros en toda Venezuela-, de los mundiales de béisbol femenino y softbol, no estamos hablando de la inversión de miles de millones de dólares en infraestructura deportiva, etc. Estamos hablando de algo con mayor profundidad, algo que alentará a que los ojos del universo deportivo y sus autoridades busquen a Venezuela como referente. Estamos hablando del desarrollo de políticas públicas viables, lógicas, progresivas, sustentables, permanentes, que fomenten y promuevan en la población la apropiación de una idea de cultura física y de estilos de vida saludablemente activos cónsonos con el mantenimiento del equilibrio ecológico, con los modelos de desarrollo educativo, social, económico, político, arquitectónico impulsados en la nación. Estamos hablando del establecimiento de bases jurídicas sólidas para convertir en esta nuestra sociedad al deporte en un fenómeno realmente educativo, para lograr el desarrollo del deporte "profesional"- recordando que esta connotación del deporte fue desmembrada desde que Samaranch desterró el amateurismo de la Carta Olímpica en el Congreso de Baden Baden en 1981- y el desarrollo del deporte de alto rendimiento, para el desarrollo del deporte en edad escolar, para el desarrollo de políticas inclusivas que masifiquen el deporte en la población universitaria, en la población penitenciaria, en la población indígena, en la población conformada por los trabajadores, en la población conformada por personas de la tercera edad, por poblaciones conformadas por personas con necesidades educativas especiales y discapacidades, etcétera.
La discusión no pasa por aplicar circunstancialmente pañitos de agua caliente con el desarrollo de programas recreativos para algunas poblaciones en algunos momentos específicos como en los actuales momentos en los que las lluvias y las inundaciones convirtieron a miles y miles de venezolanos en damnificados, o como los programas que desarrollan esporádicamente el Día Mundial del No Fumar, el Día Mundial de la Educación Física y el Deporte, y así otras fechas que son importantes para todos aquellos que estamos involucrados con el mundo de la actividad física y deportiva. La discusión no pasa por el "gasto" en los Juegos Nacionales Escolares o en los llamados JUVINES. Al carecer de estructuras jurídicas lógicas y cónsonas con los momentos y los procesos de transformación política en el país, lo demás sigue estando en juego. De seguir así vamos a seguir haciendo fiesta nacional recordando la medalla de Francisco "Morochito" Rodríguez -y no es que lo merezca, lo merece y de sobra, pero ¿hasta cuándo vamos a seguir viviendo de la única medalla dorada obtenida hace más de cuarenta años cuando otros países celebran con las que ganan cada cuatro años?
La discusión, aprobación, sanción y promulgación de la Nueva Ley de la Actividad Física y Deporte, pasa por ser una urgencia para la nueva Asamblea Nacional. Y no, no es que crea ciegamente que con una nueva ley se resolverán todos los problemas en el sector deporte, no obstante es imprescindible un viraje con respecto a la visión que tenemos en el país con respecto a la actividad física, una visión diferente a la que se tiene aún en la vieja y obsoleta ley vigente. Ya el mismísimo ministro del Poder Popular para el Deporte, Héctor Rodríguez, ha estado insistiendo en ello. Señores, ¿hasta cuándo? ¿Cuánto tiempo más hemos de soportar que nuestros legisladores manifiesten tan poco respeto por lo que hacemos, por nuestra profesión, por la actividad física, la Educación Física, la recreación y el deporte? ¿Cuánto más habremos de esperar para que el Ministerio, el Comité Olímpico Venezolano, las federaciones se sienten a debatir y lleguen a un acuerdo?, ¿no es eso una falta de respeto?, ¿es que acaso permitiéndolo no estamos menospreciando lo axiológico del deporte y a nuestra misma profesión? La pasada Asamblea hizo más de 500 leyes durante su ejercicio quinquenal, sin embargo, la Ley de la Actividad Física y Deporte (o como la llamen finalmente) no fue una prioridad, los asambleístas prácticamente ni siquiera conocían su contenido. Si para ellos esto no es una prioridad, ¿para quién ha de serlo entonces?, ¿y si no lo es para nosotros?, entonces apaguemos las luces y vámonos porque esto se lo llevó quien lo trajo. ¿Levantaremos la voz y nos haremos oír o tendremos que esperar también a que los que llegan ahora a la Asamblea hagan lo que quieran con el proyecto de ley?
Seamos mansos pero no mensos.
Artículo publicado en EL UNIVERSAL (17-01-11)