“Necesitamos educadores sólidamente formados que entiendan que su misión primordial es estimular el aprendizaje y formación de sus alumnos, de todos sus alumnos, y que el fracaso de sus alumnos implica su propio fracaso. Si la sociedad actualmente percibe a los maestros como problema, ellos deben demostrar con su práctica que, más que problema, son la solución posible. Esto va a suponer en los docentes grandes esfuerzos de formación, también de deseducación y desaprendizaje, de tirar por la borda muchas rutinas, privilegios y modos de entender y vivir la docencia, atesorados por años. Para ello se requiere una decisión de resistencia, de lanzarse a emprender caminos nuevos, no exenta de problemas y contradicciones, que parte de un desengaño, un desencanto con la propuesta de la actual sociedad, que se transforma en fuerza y compromiso por gestar una educación de calidad para que los excluidos y marginados tengan vida, calidad de vida” (p. 45).
Pérez E., A. (1997). Más y mejor educación para todos. Editorial San Pablo: Caracas.